EL GATO MONTES Y LA GATA PRINCESA – PRIMERA PARTE

                              

En una parte del universo, no muy lejos de la tierra, había un palacio en el que vivía una gata que era princesa.

Un día, pasó por allí un gato montés rebelde y salvaje, pero no era malo, y era muy guapo. Se paró cerca del palacio y vio en el jardín una gata jugando entre los tulipanes. Era preciosa, estaba vestida del mismo color que lo tulipanes.

-“¡Que ven mis ojos!”, dijo el gato, que se acerco a la verja del jardín con el fin de hablar con la gata.

-“¿Cómo te llamas?, ¿vives aquí?, ¡eres muy hermosa!”, dijo el gato.

La gata, muy salerosa y presumida, le contestó:

-“¡Un poco atrevido te veo yo a ti! Soy la princesa, y tú, plebeyo, ¿de dónde vienes?”

-“No tengo casa, soy montés, mi vida es errante, hoy estoy aquí, pero mañana no sé dónde estaré”, le contestó el gato.

-“¿Y como te atreves a venir a palacio?, si eres montés, tu sitio es el monte, ¿no crees? Vete antes de venga la guardia, ¡que te puede detener!”, le dijo la princesa.

-“Ya me voy, no te preocupes, pero antes quisiera saber, ¿tienes móvil?”, le preguntó el gato.

-“Si, tengo móvil, ¿pero para que lo quieres saber?, ¿acaso un gato montés está dispuesto a ser detenido si llama a la princesa siendo plebeyo?”, le dijo la princesa.

-“Si me das tu número, correré ese riesgo, vale la pena, ¡eres tan guapa! A todo esto, no me has dicho tu nombre, ¿Cuántos años tienes?”, dijo el gato montés.

-“No puedo darte esos datos, lo tengo prohibido. Tu a mí también me pareces muy guapo, pero eres un plebeyo y no puedes entrar a palacio.”, apostillo la gata.

El gato montés, triste, se marchó con su rebeldía, habiendo quedado prendado de una gata princesa.

 

Vicente de casa Salvador.

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