Y me encuentro de nuevo en Cerredo. Cuando llegué a Cerredo, me encontré sin mi abuelina, empezaba una nueva vida, era muy fácil seguir viviendo, lo tenía todo, a mis padres, a mis hermanos, familia, amigos, pronto me adapté a vivir sin mi buelina, hoy día es mi Ángel de la guarda.
Es la que me ayuda a vivir, no tengo ninguna duda. Volví a la escuela, me gustaba ir a la escuela, la escuela de arriba, parece mentira, también había la escuela de abajo, a la escuela de abajo pública solo podían ir los hijos de los trabajadores de Ullas del Coto Cortes, la empresa que tenía la explotación del carbón que había en los montes de CERREDO, propiedad de la junta de menores del pueblo. Había otras dos empresas que se dedicaban a lo mismo, la Jaterina, y Rio Ferreiros, en esta última trabajaba mi padre.
Era un buen minero, Canín, hombre de grandes principios, padre de siete hijos. Ni mi padre, ni mi madre, ni los demás padres, nunca dijeron nada de, no sé qué escribir, no consiguieron nada, lo importante era estudiar, da igual donde fuera. Las nenas, los nenos, todos seguíamos igual y sin querer dimos una lección de unidad y de solidaridad sin precedentes. Hoy día solo hay una escuela, el colegio de Cerredo.
Recuerdo los fines de curso, había juego. Escuela de arriba, contra escuela de abajo, éramos amigos, nunca contrarios, lo pasábamos bien. Pero lo que nunca se me olvida, las nenas estaban olvidadas, nos íbamos a bañar al río Ibias, nunca había nenas. Organizaban excursiones por Asturias, nunca iban nenas, lo mismo pasaba con las mujeres, nunca iban a ninguna parte, ni a excursiones, ni a tomar el vermut después de ir a misa, nunca las vi esguilar, pero si las vi saltar a la comba en el recreo. Por cierto, estábamos separados, tanto en una escuela como en la otra, pero, ¿qué conseguían?, pues nada, así de claro, todos teníamos novia, faltaría más. Los de la escuela de arriba con las de la escuela de abajo. Había hermosas nenas en las dos escuelas, yo creo que nos unieron más, incluso, recuerdo de ir al recreo a la escuela de abajo. Yo iba a la escuela de noche, a la escuela de abajo. En la escuela de arriba, tres terminamos los estudios con nota media de sobresaliente, Pepe el de Juana, ahí está, Romero de casa Firme, (E.P. D.) y yo. Teníamos buenos maestros de los mejores, de las nenas no tengo datos.
Un día mi madre me dijo, “¿quieres ir a estudiar bachiller a Villablino?”, le dije que no, que quría ir a trabajar, tenía 16 años. Quiero escribir algo muy importante, en mi casa nunca nos obligaron a nada, nunca nos dijeron, “tenéis que ir a misa”, es algo que aprovecho para agradecer a mis padres, pues es justo estar AGRADECIDO del comportamiento de mis padres. Ahí está su legado. También quiero escribir que mis padres no fueron responsables de nuestras decisiones, las tomamos con plena libertad.
Un recuerdo de agradecimiento a todos mis compañeros, nenas y nenos de la escuela de arriba, y también de la escuela de abajo, siempre estaréis en mis recuerdos, y como no, en mi corazón.
GRACIAS.
Salud, paz y amor.
Vicente de casa Salvador.
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