Acabo de leer la noticia en un diario de Gijón.
El Sporting de Gijón destituye al entrenador. No tengo ningún mérito, porque lo escribí hace unos días, cuando ocurrió el accidente en la mina de Cerredo. Estaba cantando, ninguna sorpresa.
Los entrenadores dependen de los resultados, da igual el entrenador que sea, pero puede ser que haya alguna excepción.
Me acuerdo de hace poco, un entrenador, muy bueno, ahí están los resultados, ganó la copa del Rey, y clasificó al equipo para la Champions, lo cesaron.
Al dueño del equipo no le caía bien, no tuvo en cuenta la afición, y así más o menos está todo.
Lo mismo pasa con las grandes empresas o los bancos, puede haber un empleado que hace bien su trabajo, sabían los resultados, pero salió la famosa frase…”¡aquí, mando yo! El prepotente, el ignorante, te joden la vida sin mirar lo que tienes detrás, pero lo guay es ser intermediario para comprar mascarillas para un ayuntamiento y de golpe y porrazo, te haces rico, no feliz, rico, que no tiene nada que ver.
Con esta frase, “¡aquí mando yo!”, tengo recuerdos apasionantes.
Mi suegro, digo mi suegro porque cuando falleció, yo estaba casado, (¡qué hombre!), cuando se enfadaba, lo primero que decía era, “¡tenía que caer el cielo y matarnos a todos!” Lo decía muchas veces, era normal, la vida de mi suegro fue muy difícil. Podría poner muchos ejemplos, solo voy a poner uno, el nació en un pueblo de León, su madre murió cuando era un niño, su padre se volvió a casar, cuando era mayor, 16 o 17 años, su padre le mandaba ir a coger leña para poder calentarse y para hacer la comida, y el salía por la leña, si lo cogía el guardia, una multa, pero no tenían dinero para pagarla. La mayor parte de España era de un aristócrata muy conocido que no tenía piedad ni corazón, ahí está la historia de este personaje, y todavía alguien quiere que me olvide de la historia, pero eso no lo voy a hacer jamás. Cuando se murió mi suegra, se quedó a vivir con nosotros. Su hija, mi ex, intento por todos los medios que saliera decente a la calle, le compró ropa nueva y unos tirantes. Dos días duraron los tirantes, ya no había solución. Y así, 8 años, años inolvidables, era todo un personaje. Recuerdo que un día, en la cocina, estábamos los tres, (los hijos estaban en el colegio), y nos dice a mi ex, su hija y a mí, "yo lo único que quiero es que hagáis lo que yo mando". Mi ex, como dicen ahora, flipaba, yo salí de la cocina a reírme, genial, “¡aquí mando!” yo, ¡que aventuras con mi suegro”, EDP.
El tema es que, de momento, nadie se mueve de su sillón, es una vergüenza, lo mismo da, que da lo mismo. Más de 60.000 euros al año. Los muertos, muertos están, tenían familia, se despidieron al salir de casa, no sabían si volverían.
Qué pena.
Salud paz y amor.
Vicente de casa Salvador.

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