-¡Buenos días, cuanto, tiempo!, desde que te casaste, bienes poco por aquí.
-Ya, que recuerdos ¿verdad?
-¿Y tú marido bien?
-Pues si de momento bien, fue a ver a su hermano, el pobre está muy enfermo, no lo pude acompañar. Mañana me van a hacer una mamografía.
-¡Ánimo amiga!, podemos aprovechar y comer juntas, ¿te parece bien?
-Mira, ¿ese no es tú marido, el que viene por la otra acera?
-Si es el, te dejo, voy a cruzar, ya te mando un mensaje, ¡pásalo bien!
-Hola, ¿ya se te acabó el dinero? Sinvergüenza, ¿y tienes la cara tan dura de volver aquí?
-Señora, está usted equivocada, lo siento,
-¿Equivocada yo?, te voy a enseñar las fotos del parador, canalla, ¿y donde dejaste la madrina?
-¡Que fotos, que madrina!, mire señora, si no le importa, tengo prisa, tengo una reunión muy importante en el parador de la ciudad, es por una causa noble, lo siento, todos tenemos un doble.
-¿Se puede saber la causa tan noble?
-Pues si y aprovecho para invitarla a la reunión. Un grano, no hace granero, pero ayuda al compañero. Represento a la ONG “QUE NADIE SE ACUESTE SIN CENAR”, es muy importante para los más vulnerables, en este mundo al revés, hay muchas personas, sobre todo niños, que lo están pasando mal, ¿me comprende, señora?
-Si, te comprendo, faltaría más, eres un hijo de puta, pero te aseguro que no pararé hasta poder quitarte la máscara, ¡una ONG!, ¿y ya tienes pensado lo siguiente?
Continuará, esto promete…
Vicente de casa Salvador.
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