Modestamente, voy a escribir sobre las minas de Cerredo.
Nací en Cerredo, tengo 77 años, empecé a entrar en la mina a los 14 años, entraba con mi padre en Río ferreiros, allí vi como mi padre, que era barrenista, trabajaba. Tenía de ayudante a Lolo el porto. De aquella, no había compresor, se barrenaba con barrena y maza, todo a mano. Así se daban las pegas (agujeros). Después mi padre hacía de artillero, salíamos los dos a recoger la dinamita y la mecha, entrábamos de nuevo hasta el corte o final de la galería y yo metía los cartuchos en los agujeros. Los cartuchos parecen puros habanos, los retacaba con una vara de avellano. Después mi padre ponía la mecha, más o menos de un metro y medio, y con un mechero de mecha prendía la mecha y a correr por la galería. Así se avanzaba la galería hasta llegar a una capa de carbón.
Mi padre ponía los cuadros de madera. Así aprendí a ser minero. No había máquinas, el escombro se cargaba a mano, era muy duro, yo nunca vi ningún accidente en la mina de Río ferreiros. Años después, mi hermano Cuno en el Mangüeiro también fue barrenista por lo tanto, también fue minero. Las minas de Cerredo son más seguras, son minas de montaña, se dan caladeros para que estén ventiladas. Desgraciadamente si hubo accidentes mortales, creo que me acuerdo de todos, en el Mangüeiro hubo una explosión de grisú, la única que yo recuerdo, estaban dando un coladero Gervasio y Enrique el farruqueto, murió Gervasio. Estaba Peña de vigilante, subió a socorrerlos y vio la desgracia, también se quemó algo igual que farruqueto, el peor accidente en las minas de Cerredo, fue el de Paquín y Raúl.
Paquín era
artillero, tenía de ayudante a Pepe el de Capín. Por el motivo que fuera, ese
día Pepe no estaba, el destino de la vida, y mandaron a Raúl de ayudante de
Paquín. Siempre entraban cuando la mina estaba vacía de mineros, en la espalda,
en una mochila, llevaban la dinamita y también los detonadores y la máquina que
servía para activar los detonadores. Cuanto peligro, eran mineros.
En la galería, nadie sabe cómo ni cuándo, la dinamita explotó y no quedo ni
rastro de Paquin ni de Raúl, allí dejaron la vida. Nunca se sabrá lo que pasó,
que pena, los recuerdo a los dos, fue el accidente que más se recuerda en las
minas de Cerredo. Después se murió Pepe el del Ferreiro, no sé cómo paso, yo ya
estaba en Gijón, lo mismo que Ángel de casa Secundino, que pena, eran mineros,
no me quiero olvidar de Griseldo, también murió en accidente de trabajo, creo
que fue fuera de la mina, no estoy seguro. Y Julio de casa Vicente de
Vicentona, murió en los cuartos de aseo.
El accidente de Cerredo, el de hace pocos días, cuántas mentiras se han contado, que pena. Llegaremos hasta el final, caiga quien caiga. “Demasiado tarde, no se pudo evitar”, pero ya están muertos, siempre la misma historia, y ya van muchas, y volverán, seguro, cuanto daría por estar equivocado. Las medidas de seguridad siempre se ponen después de que pasa algo. Si yo escribo ahora, “¡cuidado con el túnel del Rañadoiro!”, no dejaron la carretera antigua por culpa de los animales. Señores ecologistas de oficina, lo primero son las personas, hay que bajar al barro, hay que ver la realidad. No voy a escribir nada del gas propano en Cerredo, no es mi propósito alarmar a nadie. Cuidado con las etiquetas, escribo libremente lo que pienso, nadie está obligado a leerlo.
Cuando yo tenía 13 años me tuvieron que sacar muy grave paleando nieve todos los pueblos para pasar el Rañadoiro con el coche de línea hasta Ventanueva, y allí coger un taxi hasta Oviedo, fueron 12 horas. Si eso pasa hoy, hay ambulancia, pero si cuando llega al túnel hay un problema y no puede pasar, tiene que dar la vuelta por Leitariegos para llegar a Cangas.
Podía seguir con los problemas que tiene el suroccidente. Todo cae en saco roto, esta frase no es mía, es de SIRIUS, ¡que bruja!
Salud, paz y amor.
Vicente de casa Salvador.
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