Por un caminito estrecho, va caminando un bicho, el nombre de este bicho, ya lo he dicho.
No me olvidaré nunca de los niños, son mi debilidad, se nota que somos siete hermanos.
Recuerdo cuando dormía con mi madre en la cocina, en un catre que poníamos de noche y lo recogíamos por la mañana. Yo la tenía que ayudar, mi misión era mantener la cocina de leña y carbón prendida, pues tenía que preparar el biberón para mí hermano, o hermana, no lo recuerdo. Mi madre nunca pudo darnos de mamar, nos criamos a base de Pelargón y Celac. Yo hacía el biberón, y mi madre se lo daba. Y yo, cierto como que lo estoy escribiendo, comía un chorizo de la matanza. Y así me fue pasado la vida, en invierno con otros compañeros, esgilando, desde casa Mateo, hasta casa, Romaldo.
Esgilar era resbalar sobre el hielo que se formaba en el camino cuesta abajo, esquiar sin esquíes, con katiuskas, botas de goma.
Y después a cortejar, había tiempo para todo.
Y hermosas nenas.
Para terminar, yo una vez tuve novia, era preciosa, pero ella no sabía que yo era su novio…
Salud, paz y amor.
Vicente de casa Salvador.
Comentarios
Publicar un comentario