NO CUENTES LOS AÑOS, CUENTA LA VIDA

                            

Yo, más o menos, recuerdo mi vida desde los cinco años. tenía novia, se llamaba Marisa, deseo que todavía se llame Marisa. Era hija de un perito que trabajaba en Hullas del Coto Cortés, Cerredo. No se porque, la explotación estaba en Asturias, pero pertenecía a la minería de León.

Volviendo a Marisa, vivía en una de las casas de la escuela, había dos, en la otra vivía Don Modesto, muy popular en Cerredo, era el maestro. Conocí a Marisa a los 5 años porque yo, todos los días, le llevaba a Don Modesto leña y carbón, pues había que atizar la cocina, era de los nenos que más cerca vivía de la escuela. Marisa y yo pasábamos el tiempo en bolera, sentados en la base del fresno que había junto a la casa de Ramonin de Adela, alguien, con buena lógica, pensara que esto es una fantasía de las mías, pues no, es la pura verdad, tenía cinco años, y ya tenía novia.

    Le ayudaba a mí tío Pepe (pistolo), a xuñir los bueyes para ir a ganarse la vida sacando madera de Gustatan, y siempre le daba la cadena que servía para sacar los maderos, cuidado, los maderos eran de rebocho, no penséis en los otros maderos.

   Más vida. Esto fue más adelante. Había en Cerredo un, como le puedo llamar, el espatarrao, raro nombre, la verdad no sé cómo se llamaba. Él no trabajaba, lo dejo, pocos se acordarán de este personaje. Armando el Carreto tal vez, Pepe el de Juana, los de Luisa la Ferreira, y seguro mi prima Pili, lo veía todos los días, se ganaba la vida jugando a las cartas. La historia es implacable, no desaparece nunca, prohibir es incitar, por lo vemos con la droga, la ley seca en Estados Unidos, cuantos se hicieron ricos, y cuantos se están haciendo, no les importa los resultados, en algunos casos, muy tristes, familias destrozadas. A él espatarrao, no le importaba nada, el no obligaba a jugar a nadie, se arruinaron varias familias, doy fe, yo lo veía jugar, yo lo veía ganar, no hablaba, raro verlo tomar algo, era un cerebro programado, día, tras día. Y eso estaba prohibido, igual que las chapas.

   Que error, en vez de educar, no, prohibir, seguimos más o menos igual.

   Un melón que podríamos abrir, "no desearas, la mujer de tu prójimo", sobre esto podríamos debatir también, y así podía estar toda la mañana.

   Para terminar por hoy.

   "No fornicaras", manda huevos.

Salud, paz y amor.

 

Vicente de casa Salvador

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