Siempre se suele decir, con buen criterio, que no hay nada perfecto.
Yo creo, (es pasión), que el muro de la bolera de Cerredo es perfecto, mejor dicho, era perfecto. Cuantas historias sabrá el muro de la bolera.
Sin lugar a ninguna duda, cuántas horas pasamos jugando a tres en raya allí los nenos y nenas. Jugábamos a tres en raya, me voy permitir, que se yo lo que dirán o diréis, pero no hay ningún entretenimiento moderno, móviles, tablets, consolas, que le hagan competencia a tres en raya, lo mejor para el desarrollo mental, siempre lo recomiendo, parece fácil el juego, yo recomiendo probar.
Horas viendo jugar a los bolos. Qué decir de las conspiraciones que allí se hacían, y las confesiones de amor, de todo había.
Yo en el muro le tiré los tejos a una hermosa moza, mejor no entro en detalles, pero un día allí sentado, venía un vecino con las vacas y una, de una cornada, me mandó al medio de la bolera. Era turriona pero tal vez yo, por algo sería, no le caía bien, nunca sabremos hasta dónde llega la inteligencia de los animales.
Yo ya trabajaba en el Mangueiro, entraba a las 6 de la mañana en la estación de valdes. Salía a las 2 de la tarde, tenía novia, estaba enamorado hasta las trancas, bajaba por la robleda corriendo todo lo que podía, llegaba a casa, me preparaba, y a las 2 y media ya estaba en el muro de la bolera. Todos los días de la semana, allí me encontraba con ella, venía con su compañera, entraba a las 3 en la escuela de abajo, estaba estudiando, estábamos hasta las 3 menos 10, y después a comer, era donde nos podíamos ver, en el muro de la bolera.
El muro partía del pilón de la Torre.
Que error quitar el pilón, que pena hacerse mayor, ya no puedo bajar la bolera corriendo, ya no te puedo esperar, y casi no te veo, pero lo que nunca nos pueden quitar, son los recuerdos. Tú. Yo, y el muro de la bolera.
Salud, paz y amor.
Vicente de casa Salvador
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