En el siglo XVII, Chales Perrault escribió el cuento de Caperucita roja. En aquella época, este cuento era una metáfora. La intención del autor era alertar a las chicas de los hombres que iban, “disfrazados de lobos " Modestamente, yo voy a escribir el cuento a mí manera, sin ninguna intención de copiar, ni plagiar a este respetable señor.
Esta es mi versión de Caperucita Roja.
Caperucita roja era enfermera de profesión. Trabajaba en un hospital de una gran ciudad, vivía con su abuela, una mujer ya mayor Y de frágil salud.
Un día, como pasó varias veces, un virus empezó a preocupar a las personas, y las autoridades tomaron las medidas oportunas, una de ellas fue hacer un hospital en la ciudad que vivía Caperucita. Allí llevaban a los mayores, pero a Caperucita no le gustó nada aquella medida. Con los ahorros que tenía, se compró una cabaña en un bosque lejos de aquella ciudad, escribió una carta diciendo que se iba con su abuela a otro lugar, para que no la buscaran, pues las dos eran mayores de edad y podían decidir el lugar donde querían vivir.
Un día por la mañana compró comida para los primeros días, preparó las maletas, y su abuela y ella se desplazaron en su coche a la cabaña que había comprado.
Los primeros meses fueron duros, pero poco a poco se iban adaptando. Al lado de la cabaña la tierra era fértil, buena tierra. Con la experiencia de su abuela, Caperucita empezó a sembrar las semillas que había comprado antes de marcharse. Un día Caperucita le dice a su abuela, “voy a mirar por el bosque, pues seguro que hay frutas silvestres” La abuela, como lo haría cualquier abuela le dijo, “ten mucho cuidado, el bosque es peligroso”, “lo tendré abuela, tranquila”
Cuando iba buscando frutas por el bosque, cantando muy contenta se encontró con el lobo. “¿Qué haces por aquí y quién eres?, con esa capa roja se te ve desde lejos”, le dice el lobo. “Soy Caperucita, vivo con mi abuela en una cabaña, salí a buscar fruta, ¿y tú quién eres?, ¡pareces, un lobo de verdad!”, le contesto Caperucita.
“Soy un lobo, tranquila, que no soy feroz, no me como las personas, yo te ayudaré a buscar frutas silvestres” ¡Gracias!, le contesto ella.
El lobo la ayudó, y le dijo, “hablaré con mis amigos, todos te ayudaremos, el invierno es duro, hace mucho frío”
Caperucita regreso a la cabaña con su cesta llena de frutas silvestres y le contó a su abuela que había encontrado al lobo. Su abuela se asustó y le dijo, “¡ten cuidado, no te fíes!
Al día siguiente volvió a salir, el lobo estaba cerca, había encontrado la cabaña. “¡Hola Caperucita!”, le dice el lobo. El lobo no estaba solo, estaba con varios amigos y compañeros, con osos, faisanes, rebecos, todos dispuestos a ayudar a Caperucita. Desde aquel día, nunca le faltó lo más importante para que su abuela pudiera llevar una vida digna. Leche, huevos, incluso en el invierno le proporcionaban calor, ellos sabían que varios reunidos, como ellos vivían, era más fácil pasar el duro frío del invierno, así vivieron el resto de sus vidas, ayudándose unos a otros.
Caperucita acertó en llevarse a su abuela, el peligro no estaba en el bosque.
Cada uno, que saque sus propias conclusiones
Salud, paz y amor.
Vicente de casa Salvador 2024
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